Normalmente, en esa época, cuando no habia mas espacio en los cementerios para nuevos muertos, era habitual que se vaciaran las sepulturas antiguas y se transportaran a un osario cercano para obtener lugar para las nuevas. Antes de morir,
William Shakespeare, quizas temiendo que alguien trasladara sus restos a otro lugar, compuso el siguiente
epitafio para su tumba:
-
- Buen amigo, por Jesús, abstente
- de cavar el polvo aquí encerrado.
- Bendito sea el hombre que respete estas piedras,
- y maldito el que remueva mis huesos.
Una leyenda afirma que las
obras inéditas de
Shakespeare yacen con él en su tumba. Nadie se ha atrevido a comprobar la veracidad de la leyenda, tal vez por miedo a la
maldición del citado epitafio.
Curioso no?